Sólo un 7,7% de los árbitros de la élite del básquet son mujeres.
Hace relativamente poco tiempo, una semana aproximadamente, los medios de comunicación se hicieron eco de un lamentable suceso en el mundo del deporte. Se trata de una actuación machista en Italia, en un partido de fútbol base entre niños de unos 14 años de edad, en el cual una árbitra dirigía el encuentro mientras que desde la grada recibía todo tipo de insultos machistas por parte de los padres de los propios jugadores desde que el balón comenzó a rodar. El colmo llegó cuando uno de los jugadores del partido se dirigió a la colegiada en los siguientes términos: “Sácame la roja si tienes coj****, y si no cómeme la po***”, a lo que ella reaccionó debidamente con la expulsión directa del jugador, pero provocó que los insultos en la grada se magnificaran.
Se han notificado muchos casos de machismo a las árbitras en el deporte de formación en los últimos tiempos y, en mi opinión, se debería de hacer un llamamiento masivo e insistente a todos los actores que participamos en el deporte base, desde entrenadores hasta padres, pasando por jugadores y propios árbitros. Es intolerable que a día de hoy se permitan este tipo de comportamientos en cualquier disciplina deportiva, y mucho más grave si se trata de niños pequeños como protagonistas.
En el caso del deporte al que estoy más unido, el baloncesto, los casos de sexismo respecto a las árbitras es menor en cuanto a cantidad, pero también es verdad que la proporción de colegiadas en baloncesto es contundentemente menor que en el fútbol, por lo que tampoco hay que quitarle hierro al asunto porque el problema existe, aunque no lo queramos ver.
Es muy triste ver que, según datos oficiales, sólo un 7,7% de los árbitros de la élite del básquet son mujeres. Que en ACB sólo hay una representante: Esperanza Mendoza, la tercera de la historia. Y que en Liga Día y LEB Oro, que comparten colegiados, son siete. Y creo que uno de los motivos esenciales por los cuales no hay más mujeres cumpliendo su sueño de ser árbitro al máximo nivel es el acoso que sufren en su iniciación por parte de la grada y, en algunos casos, por parte de los jugadores.
Respecto a mi experiencia personal, he vivido recientemente en esta temporada que acaba un par de casos en los que la grada se excedía con la árbitra en un partido de cadetes. Con 17 años y en su primer año como árbitra estaba realizando un partido correcto con un criterio igual para ambos equipos y marcando muy bien el listón de los contactos. Pero se ve que para los padres eso no es suficiente y le increparon con palabras poco apropiadas para el caso y que ensuciaron un partido que estaba siendo realmente bonito para los ojos del espectador, y que me hicieron pensar en todo esto y el gran problema que supone para nuestra sociedad.
Me gustaría ver que todo esto se minimizara con el tiempo, pero para ello hay que poner todos de nuestra parte para cortar el problema de raíz y concienciar a aquellos que no aprecien el deporte como forma de vida y que lo único que quieren es hacer daño y ensuciarlo.