Partido muy cómodo para el Real Madrid, ya que el Barcelona hizo sólo acto de presencia en el Wizink Center por cubrir el expediente, sabedor de que ya no tenía ninguna posibilidad de clasificarse.
El partido comenzó como se esperaba, con un Madrid más enchufado que los visitantes. La defensa blanca maniataba a los blaugranas y con el acierto de Llull y de Randolph, los de Laso se fueron al final del primer acto con una clara ventaja en el marcador, 22-13.
La relajación se apoderó de los locales al inicio del 2º cuarto, hecho que aprovecharon los visitantes para realizar un parcial de 0-7 y reducir la desventaja a tan solo 2 puntos, 22-20. La falta de tensión competitiva mostrada, sobre todo en defensa por los hombres de Bartzokas, hizo que este perdiera los nervios y provocara dos técnicas seguidas por protestar a los árbitros, lo que le supuso abandonar el partido a un minuto del final de la primera mitad. Con estas acciones y con el clásico triple de Sergio Llull desde 9 metros sobre la bocina, cerró una primera mitad nada digna de un clásico del baloncesto, con un luminoso que mostraba un 41-27 para los locales.
El tercer cuarto, por momentos se convirtió en un concurso de triples entre los dos equipos, lo que hacía que la ventaja en el marcador se mantuviera alrededor de los 10 puntos a favor de los locales. Al final del penúltimo cuarto, 13 puntos de diferencia para los de Laso, que prácticamente dejaba cerrado el encuentro, no sólo por la diferencia, sino porque los de Bartzokas estaban pensando más en acabar que en intentar remontar.
El último cuarto sirvió para que los locales agradaran a su público con alguna jugada espectacular, mientras que el Barcelona dejaba pasar el tiempo. Al final 85-69 para los blancos, que ganaron uno de los enfrentamientos directos ante el Barcelona más descafeinados de la historia.