La temporada 2016-2017 de los Wildcats de Kentucky se podría calificar con un Bien alto.
Tras disputarse la temporada regular, acabaron primeros en la clasificación de su conferencia, después se adjudicaron el torneo de la misma, pero no pisaron la Final Four del “March Madness”, creando una losa de larga sombra, que hace bajar muchos enteros en el balance final del equipo, al llegar las vacaciones.
Año tras año, los de Calipari basan la mayor parte de su estrategia a la hora de componer su plantilla, en utilizar el tan afamado (pero no siempre certero) sistema “one and done”.
El míster reúne bajo sus órdenes a varios de los mejores críos de instituto con los siguientes objetivos: seguir mejorando su nivel de baloncesto, intentar ganar la NCAA y tres meses después, conseguir una buena posición en el Draft. Dichos objetivos los he citado por el orden que debería establecer la lógica del baloncesto universitario, aunque tratándose de Kentucky, soy incapaz de asegurar al 100% cuál de los tres es prioritario, respecto a los otros dos.
Podrán pensar: “si son los mismos objetivos que tiene el resto de universidades, respecto a sus jugadores”. Efectivamente, pero la particularidad que difiere los Wildcats del resto terrenal, es que no hay programa alguno en toda la nación, que pueda situar a varios jugadores en las zonas privilegiadas del Draft, casi todas las campañas.
Obviamente, cada temporada John Calipari consigue reunir una pléyade de nombres destacados, que provoca que los suyos se conviertan en el objetivo principal a seguir a nivel nacional. Aunque claro está, juegan con los factores tiempo y veteranía, en contra.
Ya que al llegar el verano, sean cuales sean sus resultados como equipo, sufren un proceso de desmoronamiento debido al éxodo de sus estrellas hacia la NBA. Tocando de nuevo, empezar otra aventura con nuevos jugadores “freshmen” faltos de experiencia alguna y que deberán acoplarse como conjunto, sin tiempo para las dudas y, únicamente para unos meses de convivencia.
Pese al Bien alto que le hemos otorgado al inicio de este artículo, hay dos jugadores de la plantilla que han rallado por encima de tal nota. Dos jugadores que han formado una pareja excelsa en el “backcourt” del equipo.
Como no, los dos son jugadores de primer año, y como no, los dos conseguirán un gran puesto de selección en este futuro Draft.
Vayamos a diseccionar este duo:
De’Aaron Fox (Kentucky – 193 cms – 78 kgs): el “March Madness” siempre le recordará debido a su increíble actuación que realizó en el “Sweet 16”, frente a los Bruins de Lonzo Ball (39 tantos).
Ha promediado 16.7 puntos por partido, 4.6 asistencias, 4.0 rebotes y 1.5 robos de balón.
Escurridizo base zurdo, dueño de un físico explosivo aterrador. Demuestra un nivel de habilidad fuera de lo común gracias a sus manos rápidas, además lo combina con unos cambios de ritmo estratosféricos. Le ayuda a conseguir tales cualidades, el dominio que tiene sobre su cuerpo.
Ha demostrado una gran capacidad de pase y siempre se sitúa en el lugar idóneo para controlar toda la pista.
Con su físico tan escurridizo y su velocidad (sabe marcar muy bien los pasos), tiene facilidad para romper las defensas con su dribbling, aunque estos dos aspectos también le llevan a mostrarse huidizo del contacto en acciones de ataque.
Pese a este último apunto en contra, no se esconde a la hora de luchar por los rebotes.
También se muestra muy hábil a la hora de anticiparse en el plano defensivo.
No se cierra a la hora tirar desde la línea de tres puntos aunque no es su arma capital.
También debe saber en qué momentos del partido subir, y bajar, las revoluciones y controlar las pérdidas de balón.
Malik Monk (Kentucky – 193 cms – 89 kgs): compañero de travesuras de Fox, apunto estuvo de remontar el partido frente a North Carolina, en el “Elite 8”, con su racha de triples.
Ha firmado 19.8 puntos por partido, 2.5 rebotes, 2.3 asistencias y 0.9 robos de balón.
Uno de los mejores anotadores de la liga. Tirador nato. Se ha mostrado infalible desde todos los flancos de la cancha. Coloca muy bien los pies y dispone de una gran elevación para completar una elegante mecánica de lanzamiento.
Se muestra extremadamente peligroso si las defensas le permiten un poco de espacio. Ha estado siempre promediando grandes porcentajes de acierto.
Es un jugador talento puro, con un fuerte físico y que poco le importa su carencia de estatura para la posición de juego que desempeña.
Es un trabajador insaciable y gran compañero de equipo.
Se le podría considerar un “combo-guard” pero tiende más a jugar de escolta, que no base. Y es en tal aspecto en el cual podría tener problemas para detener a ciertos rivales de mayor envergadura, e incluso para realizar penetraciones hacia el aro.
Pese a no llegar al metro noventa y cinco, ambos jugadores han realizado mates de cierta consideración, durante la temporada.