Como un niño con zapatos nuevos. Así podríamos definir la actual situación de Sergio Llull a 17 de mayo y a solo un día del comienzo de algo con lo que ha soñado con mucha fuerza, la Final Four de Belgrado.
Sin duda, es un premio para él. Por todo el esfuerzo y el sufrimiento que ha tenido que pasar, por todas las horas junto con sus fisios para poder dejar atrás y olvidar la lesión que le ha tenido fuera de las canchas casi toda la temporada. Un panorama muy negro que con el paso del tiempo y gracias a su entera dedicación se volvía cada vez más blanco hasta convertirse en una realidad. Porque deportistas que hayan vuelto a gran nivel de una lesión de ligamento cruzado han existido, desde luego. Pero se podrían quizá contar con los dedos de una mano los que lo han hecho al nivel físico y de confianza al que lo ha hecho Llull.
Sesiones de masaje, caminatas bajo el agua, el cariño de sus compañeros y la afición, y largas horas de trabajo en el gimnasio, han sido algunos de los ingredientes para regresar con fuerza a la pista. Deber haber sido muy duro el ser un jugador cómo él y tener que ver los partidos desde la silla. Sensaciones de soledad, de no estar contento con uno mismo, pero la grandeza se mide por las veces que te levantas después de caerte. Y a Llull no le gusta el suelo.
Un punto de inflexión, la sierra de Madrid. Allí realizaba gran parte de su recuperación y el ascenso a la cima de Peñalara fue una gran victoria. Superando obstáculos y siempre siendo positivo, una receta aplicable a cualquier situación de la vida. Porque cómo Llull hay mucha gente, mismamente deportistas que tienen esa misma lesión y que no ven el final del túnel. Quizá no lleguen a tener los mismos recursos que el jugador del Real Madrid, pero las ganas y el querer salir hacia adelante son las mismas. Cada uno tiene su “Peñalara”. Pequeñas batallas que se van convirtiendo en una gran guerra que se va a ganar, porque con confianza y actitud todo se puede. Además, a pesar de ser un mal trago, una lesión puede ser también una oportunidad perfecta para reflexionar y convertirse en un proceso de fortalecimiento propio, conociéndose a uno mismo. Motivaciones, límites, relajación, estrés…
“Nada más lesionarse, el jugador no lo puede entender, pero, en realidad, es una oportunidad, una oportunidad de trabajar aspectos que no puedes hacer en otro momento, como hacía Raúl López cuando se lesionó la rodilla y se pasaba horas mejorando su tiro sentado. Es importante que cuando salgas de la lesión seas mejor en algo, ya sea técnicamente, físicamente o psicológicamente. Si cuando te lesionas sigues trabajando y esforzándote cada día, a posteriori, siempre lo recuerdas como algo positivo que te hizo crecer” afirma José Beirán, exjugador, psicólogo deportivo y padre del jugador Javier Beirán que también tuvo que pasar por el maltrecho camino de la lesión.
Por todo ello y dejando atrás toda la recuperación, Llull recibe el regalo de la Final Four. No digo ganarla (que seguro que lo firma) sino jugarla. Volver a tener esas sensaciones que seguro que echa de menos, sentirse jugador. Pues bien, cada uno tiene su “Final Four” particular. A todos nos llega la recompensa tras trabajo y sacrificio. Cada uno a su nivel, pero la victoria se consigue. El no tirar la toalla y ser perseverante te lleva a los objetivos. Llull hay uno pero cualquiera puede seguir su ejemplo. La única condición; el no darse por vencido.