En la vida todo son roles. Adoptar un rol significa hacer un papel determinado en un momento concreto. Por ejemplo, ahora tú estás cogiendo el rol de lector, porqué en su debido tiempo yo adopté el rol de escritor. Siguiendo esta norma, se podría decir que las personas tomamos roles constantemente y que estos son la base de la sociedad, pero no voy a seguir por ahí, ya que no quiero que le dé un infarto a ningún sociólogo.
Dicho esto, quiero hacer patente que en el baloncesto también existen estos roles y son importantísimos para que el equipo funcione. Tranquilos, no me refiero a los típicos roles de base, escolta, alero, ala-pívot y pívot; esto no es un artículo explicativo de las posiciones del baloncesto, sino que pretendo que vaya más allá. Veréis que los jugadores de los equipos profesionales tienen una función determinada que traspasa la frontera hecha por las posiciones que ocupan, por ejemplo: hay la función del “stopper”, del triplista, del sexto hombre, etc. Tampoco voy a explicar la labor de cada función, lo que quiero hacer es aconsejar, basándome en la experiencia personal, a chicos que estén jugando en categorías inferiores como cadete, júnior… O quizás a algún entrenador.
Sinceramente, creo que una de las mayores causas de la frustración sufrida por muchas personas que juegan al baloncesto, entre los 15 y los 20 años, es que no saben bien qué función ocupan en el sistema del equipo. Cuando eres más pequeño, el entrenador intenta que todos jueguen más o menos lo mismo y que todos se puedan sentir súper estrellas por unos minutos. Pero, llegados a ciertas edades, esto, si quieres competir, ya no se puede hacer, y es aquí cuando unos tienen muchos más minutos que otros. Es en este momento cuando hay que repartir unas funciones determinadas a los jugadores de banquillo, siempre y cuando estos las acepten. Así sentirán que, a pesar de no ser de los titulares y tener pocos minutos, tienen un papel importante en el engranaje y que deben especializarse en aquello que sepan hacer mejor. De esta manera, es muy probable que entrenen y salgan a jugar con mucha más intensidad e ilusión. Además, haciendo un trabajo específico en alguna área que ayude al equipo se convertirán en mejores jugadores, todo eso sin olvidarse de los titulares, claro, se trata de apoderar a todo el equipo. Asimismo, muchos entrenadores ya son capaces de ver en qué destaca más cada jugador, así que tampoco supondría ningún rompecabezas.
Por supuesto, esto es un artículo de opinión, muchos pensareis que estoy equivocado y es respetable. Sin embargo, tengo que decir que, cuando fui jugador, comí bastante banquillo en mi último año. Pero, estoy seguro de que, si me hubieran dado una función concreta dentro del equipo, la habría aceptado y, por tanto, habría sabido qué se quería de mí, entonces, por consiguiente, hubiese disfrutado mucho más.
También, salvando las distancias, podemos ver cosas parecidas en el más alto nivel. Dirk Nowitzky y Vince Carter son claros ejemplos de haber aceptado el rol que les toca en este momento de su carrera. Los dos son jugadores, ya muy veteranos, que han sido estrellas; entienden que su mejor momento pasó y que ahora tienen la función de formar a los jóvenes que llegan. Gracias a esa mentalidad, a sus 40 y 41 años, respectivamente, aún siguen disfrutando y jugando en la mejor liga del mundo. Y por el otro lado, tenemos a Carmelo Anthony, el cual no ha sabido adaptarse a su nuevo rol de sexto hombre o jugador de rotación, eso le ha llevado a no pasarlo bien y quedarse sin equipo.