Unicaja entra en la Euroliga por la puerta grande

Victoria por 68-67 gracias, en parte, a la defensa del último cuarto que con un parcial de 18-3 cortocircuitó al actual campeón de Europa y permitió llevarse el partido.

Primer partido de Euroliga y el rival no podía ser otro que el campeón, Fenerbahçe. A pesar de ello, Unicaja iba a dar guerra y a batallar como campeón de la EuroCup qué es. Además, el Martín Carpena se había engalanado para tal señalada cita. Todo estaba en orden.

Ya metidos en el partido, el equipo local fue de menos a más, pero nunca se desconectó en su vuelta a la mejor competición de Europa. Su juego era agresivo e intenso, sobre todo en defensa, cosa que al público del Carpena le hace subir las pulsaciones. Pese a estar ‘fuera’ del choque en varias fases, Dejan Musli hizo regresar a los suyos al borde del descanso y, sobre todo, para neutralizar a un Fenerbache que amagó con irse en el marcador en varias ocasiones (28-34 y 43-52).

Tras el intermedio, todo seguía igual. El plantel cajista no conseguía regularidad a la hora de anotar y poco a poco pesaban las personales, pero defendían como lobos, cosa que impedía volar a Fener. Así, Unicaja no arrojaba la toalla y su ímpetu seguía intacto. A todo esto, La rigurosidad de los árbitros era extrema con los malagueños. No les perdonaban ni una. Poco a poco se llegaba al final del tercer cuarto y los de casa se aceleraron cayendo en errores por precipitación. McCallum seguía desastroso y campeaba un 50-57 en el marcador.

Y McCallum apareció. Muto de una manera mística. Seis puntos suyos en el inicio del último cuarto dieron un aliento brutal al equipo. Era otro jugador y el grupo lo notó. Carlos Suárez y Agustine también participaron en la fiesta de canastas. Fenerbahçe estaba atascado. Obradovic no lo podía creer, parcial de 10-0 y subiendo. Para cortar la reacción, los árbitros pitaron la clásica técnica de amiguete a McCallum. El Unicaja no se arrugó (62-58 minuto 35). A falta de 2, 18 para el final, 68-60 era el increíble marcador. El parcial ya era 18-3 en estos ocho eléctricos minutos. La defensa de Unicaja y el cambió de actitud reventaron el partido. Los dos minutos finales fueron de infarto. Los otomanos apretaron y tuvieron en las manos de Sloukas tiro ganador, pero no entró y el Carpena estalló de júbilo. La gran defensa de Alberto Díaz, el fugaz despertar de McCallum, la sobriedad final de Augustine, la garra de Carlos Suárez y en general, la fe, movieron la montaña. Ojo con este Unicaja que va a por todas.

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