Victoria por 91-72 ante un Valencia Basket hundido, novena derrota consecutiva en Euroliga. Los blancos tuvieron que reponerse a la expulsión de Doncic con un enorme trabajo coral.
Para bien o para mal, Luka Doncic es el encargado de levantar al público del Wizink Center cada jornada en Euroliga. Si contra el Barça se bastó con un triple desde su campo y una humillante ruptura de cadera a Claver, ayer contra Valencia fue todo lo contrario. El niño de los prodigios tuvo que marcharse prematuramente a la caseta en el minuto de 14 de partido debido a un castigo demasiado severo. Tras una acción señalada por los árbitros falta en ataque, pitaron una técnica al esloveno más que rigurosa (por, según la secuencia de imágenes, llevarse la mano al escudo mientras discutía con Vives). Como previamente había sido castigado con una antideportiva (el criterio en Euroliga es diferente y si se puede consultar el Instant Replay cuando consideren oportuno), Luka tuvo que irse de la pista con un cabreo de aúpa. Ahí quedan las imágenes y el reglamento, pero está claro que los elegidos tienen estas cosas. Son el centro de todo.
Si volvemos al partido, el ambiente se caldeaba con el paso de los momentos. El Real Madrid había empezado muy bien, todo lo contrario a Valencia, pero poco a poco los taronja se metían en él. San Emeterio y un excelso Bojan Dubljevic (15 puntos en la primera parte) desde el perímetro acercaban a los valencianos en el marcador. Los de Laso titubeaban, pero los secundarios se ponían al frente ante las bajas de Doncic (de Rudy, Llull, Randolph, Ayón, Kuzmic…). Al descanso, 43-41 para los locales y por delante una segunda mitad que se esperaba tremenda.
Y así fue. Los blancos cogieron el testigo del partido y no lo soltaron. Comandados por un jugador sobrado de garra y corazón como Facundo Campazzo (14 puntos, ocho asistencias), llevaron a la desesperación a lo de Txus Vidorreta. La intensidad no bajó en ningún momento y tras un intercambio de golpes, los de naranja cayeron en el error de abusar del tiro exterior para paliar los ataques madridistas. Por contraposición, a los pupilos de Laso si les entraban los triples. Como ocurrió ante el Obradoiro, los tiros de tres fueron su recurso más seguro. Lanzó casi tantos como tiros de dos y finalizó con un porcentaje de acierto de casi el 46% con 11 anotados. A pesar de ello, Valencia se mantenía con vida para el último cuarto gracias a una canasta de Van Rossom sobre la bocina (64-58; min. 30).
La cosa se complicó y los visitantes no levantaban cabeza. Felipe Reyes campaba a sus anchas, Tavares jugaba el mejor baloncesto desde su llegada y secaba a los perros grandes valencianos, Thompkins y Carroll apuntalaban desde el triple, Taylor percutía y ayudaba en ambos lados de la pista, todos sumaban y Valencia se diluía. Los de la Fonteta se atascaban y no tenían ideas en ataque. El fin había llegado. Ante tales acometidas madridistas, el plantel valenciano dejó de jugar y se fue del partido. Entregó la cuchara y sumó su novena derrota seguida. Preocupante, cuanto menos, el estado de este equipo que recibe, sin margen para asimilar la derrota, al sorprendente Zalguiris de Jasikevicius. Por su parte, el Real Madrid con las dos victorias consecutivas en Euroliga ante rivales españoles se coloca en positivo (7-6) y en puestos de play-offs. El jueves, partido complicado ante el Brose en Alemania.